Una diferencia de muchos de los conciertos de año nuevo que organizan las grandes ciudades del mundo, el celebrado en el Circo Massimo de Roma el pasado 31 de diciembre inclusión a la banda Premiata Forneria Marconi, un grupo de rock progresivo italiano de los años setenta que marcó a los jóvenes melómanos de entonces por su originalidad y por su fuerza para tocar y componer.
Con la presencia en tarima de dos de los fundadores -el baterista y cantante Franz Di Cioccio y el bajista Patrick Djivas-, la banda se presentó ante setenta mil personas que los recibieron con enorme cariño a pesar de que muchos asistentes pertenecían a nuevas generaciones que , sin importar el medio siglo que los separan, acogen esta música con mucho placer.
Las cosas buenas como las que han creado estos talentosos intérpretes italianos, no tienen fecha de vencimiento, por el contrario, mejoran con el tiempo.
Es muy llamativo que el invitado principal de una megaproducción como la que se montó durante varios días en este histórico lugar, haya sido una agrupación de un género musical como el rock sinfónico, que no fue un fenómeno masivo en ese entonces y que subsistió a la sombra de los grandes éxitos radiales de esa prolífica década. No es coincidencia que también los hayan programado para un concierto en el emblemático Parco della Música Ennio Morricone este mismo fin de año. Las cosas buenas como las que han creado estos talentosos intérpretes italianos, no tienen fecha de vencimiento, por el contrario, mejoran con el tiempo.
A estos adultos mayores que tocaron acompañados por una nueva camada de músicos italianos, les sobra gasolina para seguir haciendo la curiosa fusión de rock con músicas medievales y renacentistas que los ha caracterizado por más de medio siglo. Las otras agrupaciones que pasaron por la imponente tarima del capodano romano 2025, incluyendo a Boy George con su intrascendente Culture Club, no lograron entusiasmar a la audiencia con el mismo entusiasmo que transmitió PFM durante toda su presentación.
A pesar del frío invernal de la medianoche romana y después de perderlos de vista durante varias décadas, disfruté con el corazón su concierto porque fue sacando y tocando sus canciones, como empecé hace medio siglo a descubrir acordes, ritmos, melodías y recursos de composición que me han ayudado a hacer música con un sello propio.
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