La crisis de la economia cubana Está lejos de ser una novedad. Pero en este fin de año, el deterioro de la situación alcanza niveles dramáticosdesconocidos en los 65 años de régimen revolucionario: el 89 por ciento de los cubanos viven en situación de pobrezaa –en muchos casos extremos–, 2024 terminará como segundo año consecutivo en recesión, la inflación del 30 por ciento anual no da treguay la isla soporta largos apagones que cubren mucho más de la mitad de la jornada.
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El gobierno del presidente Miguel Díaz-Canel se ha mostrado incapaz de paliar, así sea de manera marginal, la enormidad del desastre económico. Según una encuesta de hogares, revelada por el Observatorio Cubano de los Derechos Humanos (OCDH) hace pocas semanas, el 91 por ciento de los entrevistados desaprueban la gestión del mandatarioy se exasperan con los apagones y la falta de comida, al igual que con la corrupción del régimen.
Juan Carlos Albizu-Campos es un economista y demógrafo investigador del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, que trabajó durante años en el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana. Sus juiciosas investigaciones y sus cifras –en un país donde el régimen oculta muchos datos– lo han convertido en fuente confiable de los periodistas extranjeros que escriben sobre Cuba.
Según Albizu Campos, de los casi 11 millones de habitantes que la isla tenía al cierre de 2021, al final de 2023 solo quedaban 8,6 millonesuna caída que ronda el 20 por ciento, y que se explica en gran medida por la emigración y en parte también por el aumento de la mortalidad y la baja de la natalidad. El Gobierno estima que en 2024 nacerán 80.000 bebés, la cifra más baja desde 1959.
Pero con la pandemia, la situación económica se agravó y el PIB cubano cayó casi 11 por ciento.
Aunque en Cuba no hay un censo desde hace 12 años, Albizu-Campos utilizó datos del ‘Anuario estadístico de Cuba’, así como de las autoridades migratorias de E.estados unidos y de otros países de paso o de destino de los migrantes cubanos. Decenas de millas habían salido del país desde 2013, cuando el entonces presidente Raúl Castro aligeró los requisitos para viajar al exterior. Pero con la pandemia, la situación económica se agravó y el PIB cubano cayó casi 11 por ciento.
A partir de 2021, el flujo de migrantes creció de manera exponencial. “No quiere decir que antes no se estaban yendo personas”, explicó hace algunas semanas Albizu-Campos a El País de Madrid. Pero a partir del segundo semestre de 2021 “empiezan a ser muy grandes los números en relación con lo que estaba ocurriendo”, agregó.
Entre octubre del 21 y agosto de este año, más de 850.000 cubanos recibieron visa de inmigrante en Estados Unidossegún la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de ese país. Cientos de millas más han salido hacia México y Centroamérica, hacia Suramérica y España. Según Albizu-Campos, 1,79 millones de cubanos abandonaron la isla entre 2022 y 2023. Y el ritmo se mantiene en 2024.
La crisis energética, con sus constantes y largos apagones, se explica por la reducción del suministro de petróleo de Venezuela.. Para inicios de la década pasada, cuando el régimen chavista todavía no sucumbía ante su propia crisis económica, Cuba recibió más de 90.000 barriles diarios de petróleo venezolano. Para agosto de este año, la cifra cayó a 32.000. Pero no solo se va la luz: a falta de flujo eléctrico, los acueductos se paralizan, colapsan los sistemas de comunicaciones, y panaderías y pequeños restaurantes cierran.
Pobreza y poca producción, razones de la crisis en Cuba
Ni una sola cifra de la economía cubana permite ni siquiera un resquicio de optimismo. Los indicadores de pobreza resultan aterradores, en un país que se vanagloriaba hace algunas décadas de haberlos reducido y mantenidos controlados. Aunque el régimen no publica datos de pobreza, utilizaba hace algunos años una cifra porcentual de “población en riesgo de pobreza”. Era del 6,3 por ciento en las zonas urbanas en 1988; Para 1999, había superado el 20 por ciento.
Ahora, la encuesta de hogares del OCDH revela que el 89 por ciento de los cubanos viven en situación de pobreza. Siete de cada 10 cubanos dejaron de desayunar, almorzar o comer en el período analizado, y solo el 15 por ciento dijo que había podido asegurar las tres comidas diarias. El sistema de salud, otrora orgullo del entonces presidente Fidel Castro, no es ajeno a la debacle: 89 por ciento de los encuestados lo valoran negativamente, y solo 2 por ciento dice haber podido conseguir las medicinas que necesitaba cuando alguien de su familia enfermó.
El salario mínimo está congelado desde 2020, en 5.750 pesos mensuales, unos 50 dólares a la tasa de cambio real. A manera de comparación, el millón trescientos mil pesos del salario mínimo colombiano vigente para 2024 equivale a 300 dólares, seis veces más. Lo grave para los trabajadores cubanos es que, desde el congelamiento del salario mínimo, la inflación ha subido 77 por ciento en 2021, 34 por ciento en 2022 y 30 por ciento en 2023. Y este año volverá a ser de 30 por ciento. Eso implica que los precios se han más que duplicados en tres años, mientras el salario se ha mantenido igual.
Con un crecimiento proyectado del 4 por ciento, estará lejos de la meta gubernamental de recibir 3 millones de turistas del exterior en 2024, afectado además, como el conjunto de la economía, por dos destructivos huracanes. Esta fuente de divisas estará muy por debajo de las expectativas.
De cualquier modo, es poco lo que los cubanos consiguen en el mercado. Más de 20.000 toneladas de carne bovina y equina era la proyección de producción para el primer semestre de 2024, pero el país sólo produjo 15.000. De 11.300 toneladas de cerdo proyectadas, apenas hubo 3.800. De los 232 millones de huevos previstos, hubo en realidad 140 millones. Son cifras de Alexis Rodríguez Pérez, director general de Economía y Desarrollo Agropecuario del Ministerio de Agricultura.
Cuba fue alguna vez potencia mundial en caña de azúcar. En 1970, Fidel Castro lanzó un ambicioso programa para que la zafra azucarera alcanzara los 10 millones de toneladas. Aunque la cifra solo llegó a 8,5 millones, fue una producción récord. La más reciente zafra, concluida a mediados de este año, había sido proyectada en 450.000 toneladas, pero solo llegó a 350.000, un 4 por ciento de aquella zafra excepcional de 1970.
El turismo se vino abajo en el año de la pandemia, y apenas se ha recuperado de manera marginal. Con un crecimiento proyectado del 4 por ciento, estará lejos de la meta gubernamental de recibir 3 millones de turistas del exterior en 2024, afectado además, como el conjunto de la economía, por dos destructivos huracanes. Esta fuente de divisas estará muy por debajo de las expectativas.
En 2020, año de la pandemia, el producto interno bruto cayó estrepitosamente, como en muchos países del mundo, al registrar -10,8 por ciento. Pero mientras en el resto del planeta se recuperó de manera significativa, en Cuba solo creció 1,3 por ciento en 2021 y 1,8 por ciento en 2022, para volver a caer (-1,9 por ciento) en 2023. Al cierre de 2024, el Gobierno calcula que volverá a marcar negativo: -2 por ciento.
En octubre, más del 50 por ciento del tiempo, los hogares, comercios, oficinas e industrias de Cuba estaban sin fluido eléctrico, con algunas provincias en una situación más dramáticapues allí solo tres horas al día hubo servicio de energía. El 18 de octubre arrancó un apagón general que, según la región, se prolongó dos y hasta tres días: acueductos y sistemas de telecomunicaciones dejaron de operar. La industria paralizó su ya menguada producción, y en muchos hogares perdieron la poca comida que tenían por la falta de refrigeración.
Los cubanos, una población que está exhausta
La población cubana está agotada. En declaraciones a la agencia Efela directora del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, Rita García, dijo hace pocos días que hay un “terrible agotamiento físico y mental” de “cada anciano, cada niño, cada madre” por lo que ocurre en la isla. “Ya las personas no lo soportaron más: es terrible”, agrega. “Estamos en 20 horas (de apagón) al día, desesperados”, contó desde Cárdenas, una población en el oeste del país, donde maneja un sitio de socorro que atiende, con ínfimos recursos, a más de 120 ancianos.
Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enerolas tensiones y la crisis tenderán a aumentar, no solo porque, de la mano de su secretario de Estado, el hijo de cubanos exiliados marcorubiolas duras sanciones se mantendrán y hasta serán más severas, sino porque el régimen chavista en Venezuela puede perder las pocas concesiones comerciales que le había hecho el presidente JoeBiden. Y si Venezuela va a peor, podrá ayudar aún menos a Cuba. Con menos petróleo venezolano, el sistema eléctrico de la isla puede llegar a un colapso total.
En declaraciones a la agencia Efe, la directora del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, Rita García, dijo hace pocos días que hay un “terrible agotamiento físico y mental”
Para el economista cubano Pavel Vidal, profesor de la Universidad Javeriana de Cali, Cuba ha caído en la “trampa de la pobreza” y se le han agotado “las capacidades y posibilidades de recuperación”. “Aunque se hagan bien las cosas, ya no hay capacidad de salir de esta crisis”, aseguró en diálogo con la agencia Efe.
Todo esto conlleva también una crisis de legitimidad del régimen, destacó Andrés Pertierra, investigador de la Universidad de Wisconsin, en Madison, en un análisis de Bloomberg. El profesor explica que, desde el inicio de la revolución en 1959, el régimen ha gobernado con un pacto tácito según el cual, aunque no podía proporcionar el mismo nivel de bienes materiales que el capitalismo estadounidense, construiría una sólida red de seguridad social.
Pero ese montaje se vino abajo, agrega Pertierra: “Este es probablemente el mayor punto de debilidad y vulnerabilidad en la historia del Gobierno desde 1959, entre otras cosas porque Fidel no está”. El riesgo para el gobierno de Díaz-Canel es un levantamiento popular que ya asomó y fue duramente reprimido en 2021.
Aunque, como lo explica la socióloga cubana residente en México Cecilia Bobes a Efeasí como hay “indignación e ira”, también hay desánimo y desesperanza que, aparte de la represión siempre activa del régimen, desmotivan la protesta y desmovilizan a la gente. “Salir a la calle (a protestar) es una opción costosa en todas partes –concluye–. En Cuba más”.
MAURICIO VARGAS
ANALISTA
EL TIEMPO