En 12 días los rebeldes hicieron colapsar al régimen de Bashar Al Asad, cuya familia gobernó a Siria durante 54 años. Detrás de la ofensiva que tomó por sorpresa al Gobierno -desprovisto del apoyo de Rusia y Hezbolá- está Abu Mohammad al Julani, un personaje controvertido.
En estos cuatro años de “tregua” en Siria, Abu Mohammad al Julani
aprovechó para afinar sus estrategias y justo cuando Moscú tiene el frente abierto en Ucrania y Hezbolá está notablemente diezmado por las acciones de Israel, al Juliani dio el golpe certero a Al Asad quien huyó de Damasco y no se sabe hacia donde.
Pero el líder rebelde tiene un pasado complejo y antes de fundar el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que lideró esta ofensiva, estuvo vinculado a Al Qaeda y varios grupos terroristas.
La semana pasada prometió “Estado de gobernanza e instituciones” y “un consejo elegido por el pueblo”, pero con una población con facciones armadas, está por verso el rumbo que vaya a tomar Siria.
El deseo de la comunidad internacional
La comunidad internacional abogó este domingo por una transición pacífica y expresó su deseo de que el país alcance la estabilidad lo antes posible.
La Siria de la familia Al Asad, que gobernó el país árabe desde 1971, colapsó este domingo a manos de los insurgentes liderados por el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, en árabe), que tomó Damasco sin apenas resistencia. Tras apenas 12 días de ofensiva.
Rusia, aliado de Al Assad, anunció que el dirigente había abandonado Siria y pidió a todas las partes implicadas que eviten hacer uso de la violencia y solucionen “los problemas de control del país por vías políticas”.
En un comunicado, la diplomacia rusa solicitó respeto “a las opiniones de todas las fuerzas étnicas y confesionales de la sociedad siria” y apoyó “el diálogo político inclusivo, basado en la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU aprobada por unanimidad”.
El presidente electo de EE.UU, Donald Trump, relacionó directamente la caída de Al Asad con la guerra en Ucrania, que ha obligado a Moscú a reducir su presencia militar en Siria, donde se instaló cuando comenzó la guerra en 2011 en apoyo al régimen. de Damasco.
“Rusia e Irán están muy debilitados en este momento, uno por Ucrania y una mala economía, y el otro por Israel y sus éxitos militares”, argumentó el próximo mandatario estadounidense, que asumirá en la Casa Blanca el 20 de enero con la promesa de “frenar guerras”.
La alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, dijo que el fin de la dictadura de Bashar al Asad es “positivo y largamente esperado” y subrayó que la prioridad de la UE ahora “es garantizar la seguridad en la región”.
El Gobierno chino señaló en un comunicado que “sigue de cerca” la situación de Siria y espera que la estabilidad “vuelva cuanto antes” al país.
Pekín fue en los últimos años, junto a Rusia e Irán, uno de los aliados del régimen de Bashar al Asad, con quien el presidente chino, Xi Jinping, anunció en septiembre de 2023 el establecimiento de una “asociación estratégica” entre China y Siria. que “marcará un hito” en sus relaciones.
El Ministerio de Exteriores de Irán también pronunció y defendió que el futuro de Siria lo debe decidir su pueblo “sin intervenciones destructivas ni imposiciones externas”.
Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, calificó la jornada de este domingo como “un día histórico en Oriente Medio”, durante una visita a las tropas israelíes desplegadas en los Altos del Golán ocupados, frente a la frontera con Siria.
“No permitiremos que ninguna fuerza hostil se establezca en nuestra frontera”, agregó el líder israelí. Todos los países dijeron estar tomando medidas para garantizar la seguridad de sus ciudadanos residentes en Siria.
En este contexto, la diplomacia rusa puntualizó que las bases militares rusas en Siria -la base aérea de Hmeimim y la base naval de Tartus- “se encuentran en estado de alta preparación de combate”. “En estos momentos no existe una amenaza grave a la seguridad de estas”, indicó.
Se fue y eso es lo esencial. Que se vaya a Rusia, Bielorrusia o Venezuela, déjen que se vaya. ¡De todas las formas acabará en el infierno!
Sirios dentro y fuera del país celebran la caída de Al Asad con la “sensación de renacer”
Cientos de personas salieron este domingo a las calles de Damasco y de Estambul, en Turquía, donde vive una diáspora de medio millón de sirios, para celebrar la “huida” de Al Asad.
En Damasco resonaron disparos de júbilo y plegarias religiosas por los altavoces de las mezquitas, y en Estambul centenares de sirios se congregaron frente a la gran mezquita del barrio de Fatih pese a la fuerte lluvia.
“Es increíble, tenemos la sensación de renacer”, comentó en Estambul Sawan Al Ahmad, que llevaba a su hijo de la mano. Esta mujer vivió en 2011 los primeros meses del despiadado asedio de Homs por las fuerzas del régimen de Al Asad, antes de huir a Turquía, que acoge a tres millones de refugiados sirios.
Ahora, le ilusiona la idea de llevar a su hijo “a su tierra”. En Damasco, decenas de personas se congregaron en la plaza de los Omeyas, para celebrar la caída del clan Asad tras más de medio siglo en el poder, en un país dividido por una mortífera guerra civil.
En otra céntrica plaza de la capital siria, entre gritos de “Allahu Akbar” (“Dios es el más grande”), decenas de habitantes derribaron una estatua de Hafez al Asad, padre de Bashar, y la pisotearon, según imágenes de AFPTV.
“Siria es nuestra, no es de la familia Asad”, vocearon hombres armados, miembros de grupos rebeldes, que circulaban por algunas calles de la ciudad dando tiros al aire.
Los soldados del régimen se deshicieron a toda prisa del uniforme militar del ejército sirio al abandonar la sede del Estado Mayor, en la plaza de los Omeyas, contaron a AFP varios habitantes.
También los locales de la televisión y de la radio pública fueron abandonados por los funcionarios, contó un exempleado.
“Acabará en el infierno”
A unos kilómetros de allí, en el pintoresco viejo Damasco, donde viven muchas familias cristianas, unos jóvenes coreaban “¡El pueblo sirio está unido!”, un mensaje destinado a tranquilizar a las minorías de un país multiconfesional y devastado por 13 años de guerra. civil.
En otro barrio, Shaghur, había mujeres en los balcones, lanzando gritos de júbilo y tirando arroz al paso de combatientes armados. “No puedo creer que a partir de hoy ya no tendré más miedo”,
dijo a AFP Ilham Basatina, una mujer de unos 50 años, apostada en su balcón.
“Nuestra alegría es inmensa pero no será completa hasta que el criminal sea juzgado”, señaló, aludiendo a Bashar al Asad. Los rebeldes que entraron en la ciudad afirmaron que el “tirano” había huido.
Pero a Mohamed Cuma, un estudiante de Alepo residente en Estambul, “le da igual” lo que le sucede a Al Asad.
“Se fue y eso es lo esencial. Que se vaya a Rusia, Bielorrusia o Venezuela, dejen que se vaya. ¡De todas las formas acabará en el infierno!”, declaró este estudiante de ingeniería civil, que afirma que “muy probablemente” regresará a su país, donde “podría ser útil en la reconstrucción”.
“Cultura del miedo”
Antes de que amaneciera, Damasco se vio sacudido por cinco fuertes explosiones de origen desconocido, probablemente tiros de artillería o explosiones en depósitos de municiones, según un soldado huido que pidió el anonimato.
“Nuestro superior director nos dijo que teníamos que retirarnos y volver a casa”, dijo a la AFP.
“Entendimos que todo había terminado”. En redes sociales, periodistas, funcionarios y diputados sirios cambiaron sus fotos de perfil por imágenes de la bandera de la oposición.
Waddad Abd Rabbo, redactor jefe del diario Al Watan, afín al gobierno, dijo que “lo único que hacíamos era ejecutar órdenes y publicar la información que nos enviaban”, refiriéndose a las autoridades.
“Quizá éramos prisioneros de una cultura del miedo. O teníamos miedo del cambio, pues pensábamos que esto nos conduciría a la sangre y al caos”, dijo en Facebook el actor sirio Ayman Zidan. “Pero aquí estamos, a las puertas de una nueva era, con hombres que nos han impresionado por su nobleza y una cultura del perdón y el deseo de restaurar la unidad del pueblo sirio”, agregó, aludiendo a los rebeldes.
Esos rebeldes que, en las calles de Damasco y con ropa de camuflaje, se arrodillaban para besar el suelo o rezar. Otros se hacían fotos, entre el ruido incesante de los disparos de armas automáticas.
Con información de EFE y AFP