En los años ochenta una película se convirtió en un fenómeno mundial que recaudó más de 90 millones en taquilla y cautivó a los niños y adolescentes de la época: ‘Karate Kid’, que se centra en la historia de Daniel LaRusso (Ralph Macchio)un joven que se muda con su madre a una nueva ciudad y sufre lo que hoy se llama ‘bullying’, pero que gracias al señor Miyagi aprende el arte del karate para defenderse de sus acosadores.
En 2018, el universo de ‘Karate Kid’ regresó con la serie Cobra Kai, primero transmitida en YouTube y luego en la plataforma de Netflix, repitiendo nuevamente las mieles del éxito, reconectando no solo con sus fieles seguidores, también conquistando a nuevas generaciones.
‘Cobra Kai’ termina después de seis temporadas -la última se dividió en tres partes y tendrá su entrega final en febrero próximo-. EL TIEMPO tuvo la oportunidad de conversar con uno de sus directores, el venezolano Joel Novoa, radicado en Los Ángeles, California, quien prácticamente creció en un set de filmación en los proyectos cinematográficos de sus padres, los realizadores Elia K. Schneider y José Ramón. Novoa, hasta que empezó su propio camino con su ópera primera ‘Esclavo de Dios’ (2013) ya la fecha ha sido parte de varias producciones en Hollywood como la serie ‘Arrow’, ‘Obliterated’ y ‘Walker’, entre otras.
Novoa, fanático de ‘Karate de Kid’ que se incorporó en la cuarta temporada de la serie, afirma que fue una experiencia que marcó su vida profesional y personal “recuerdo la primera escena que filmé fue la pelea de Daniel con Johnny en la serie. una especie de revancha y secuela de la película. ‘Cobra Kai’ “Es un antes y un después en mi carrera”.
Su próximo proyecto, junto a su esposa Marilú G. Carranza, será El gato negro, cómic de Richard Domínguez, para la plataforma de Amazon Prime, la serie estará protagonizada por el mexicano Diego Boneta. Si bien en los últimos años se ha dedicado a la televisión espera pronto regresar al cine y en algún momento, realizando proyectos en su país “admiro mucho a (Alfonso) Cuarón, me gustaría hacer el equivalente de ‘Roma’, pero en Venezuela” .
Ha confesado su fanatismo por ‘Karate Kid’, ¿pero qué lo conectó?
Recuerdo ver las películas en mi infancia y adolescencia por televisión, me conectaba mucho con la ideología de Miyagi, todo lo relacionado con el equilibrio, porque fue filosofía que adopté cuando iba creciendo. Cuando salió la serie me impresionó mucho lo que hicieron con el personaje de Johnny Lawrence, porque para mí era un personaje antagónico, en los noventa y ochenta las películas siempre tuvieron un bueno y un malo muy marcado; Sin embargo, este personaje era tridimensional. En el final de la película, cuando Johnny felicita a Daniel por ganar la pelea, mostró a dos personas con ideologías diferentes, no a una persona buena y otra mala. Eso no se entendió del todo en su momento, y la serie ha permitido la evolución de Johnny. Hay un genuino interés de los creadores de hablarle a mi generación, pero también a las nuevas.
Cuando empezó a trabajar en la serie, ¿le costó separar al fanático del director?
Nunca pasó por mi cabeza trabajar en Cobra Kai, ahora era fan de los senseis y los alumnos. El primer día estaba muy nervioso, pensé que serían personas con un ego muy grande, especialmente Ralph. Mi sorpresa: son las personas más humildes, no se comportan de la manera hollywoodense. Yo llegué admirándolos como personajes, hoy los admiramos como seres humanos, eso no es muy habitual en la industria.
¿Qué retos encontró en el campo de la dirección?
Ya había hecho mucha acción, pero no comedia. Los creadores confiaron en mí sin tener mucha experiencia en ese género, porque los escritores y actores están improvisando, visualmente la comedia tiene una manera de trasladarse que es muy distinta al drama o la acción. El otro reto fue la cantidad de páginas y el nivel de ambición, la última temporada cada pelea, de estos gigantes que hicimos en Barcelona, se filmaron en un día, cuando normalmente se esperaría que se hicieran en dos o tres días.
Ya terminó el ciclo de Cobra Kai, ¿qué significó este proyecto en su carrera?
Fue un antes y un después, se abrieron muchas puertas en lo laboral. Lo más interesante ha sido en lo personal, cuando llegué había una familia formada, yo era el nuevo. El último día que trabajé en la serie, después de tres años, me despidieron con mucha tristeza, me dio fe de seguir trabajando en proyectos de este tipo y con la ilusión de que vuelva la serie porque me gustaría trabajar de nuevo con ellos.
Sus padres son los cineastas Elia K. Schneider, quien falleció en 2020, y José Ramón Novoa, ¿cuál es la influencia de ellos en su trabajo?
De mi padre tengo la parte de productor, como ser eficaz, hacer todo lo que se requiere en un día de grabación aunque parezca imposible. De mi madre la parte artística, el trabajo con los actores, con solo una palabra o dos comunicarle a un actor lo que quieres en escena, tengo esa intuición desarrollada. También siempre aspirar a más, de ponerle corazón al trabajo.
Recientemente fue padre, ¿le gustaría que su hijo siguiera sus pasos?
Matías puede ser lo que él quiera, lo importante que no lo vea como un trabajo, que sea algo que lo apasione. Claro él va a crecer en un país donde sus padres son migrantes, va a crecer en unas circunstancias diferentes a las mías. Yo crecí en Venezuela, un país más pequeño, con mucha humanidad y cercanía, donde ciertas metas no eran tan complicadas de alcanzar, aquí la realidad es distinta, para sobresalir tienes que pasar muchos obstáculos, lo va a hacer crecer en un mundo más realista que el mío.
Acaba de mencionar su condición de migrante en Estados Unidos, ¿ha sido difícil ser un latino dentro de la industria?
-Aún somos pocos, hay una disparidad entre los que estamos consumiendo las películas y series y los que estamos haciéndolas detrás y delante de las cámaras. Nunca me han tratado mal por ser latino, lo que si me ocurre es la barrera del lenguaje, tengo que Preparar todo para que mi comunicación sea asertiva, eso me hace trabajar cinco veces más que otro director. Aprendí que cualquier obstáculo hay que convertirlo en una virtud, en eso me esfuerzo todos los días.
DULCE MARÍA RAMOS
Para EL TIEMPO
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