Por tercer año consecutivo, la inseguridad, el crimen organizado y el narcotráfico son los mayores riesgos a los que se enfrenta la regióndonde, de manera alarmante, las organizaciones han evolucionado hacia estructuras transnacionales, integradas y profesionalizadas, según revela el informe Riesgo Político en América Latina 2025 del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica (CEIUC).
Los autores del estudio, que durante un lustro han identificado los diez principales riesgos políticos que impactan a la región, destacan que estamos ante el periodo más peligroso desde el final de la Guerra Fría e, incluso, desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
“Se trata de un orden global que se aleja de los principios basados en reglas y avanza hacia una dinámica regida por la fuerza”, destaca el informe al anuncia que el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos añade “un nivel adicional de complejidad e imprevisibilidad”. “Sus políticas podrían generar repercusiones significativas en áreas como el comercio, la migración, la lucha contra el narcotráfico, el cambio climático y la gobernanza tanto global como regional”, puntualiza.
Sus políticas podrían generar repercusiones significativas en áreas como el comercio, la migración, la lucha contra el narcotráfico, el cambio climático y la gobernanza tanto global como regional.
Así las cosas, ante la incertidumbre de un liderazgo mundial en un planeta fragmentado y polarizado, los pilares que parecían inquebrantables —la democracia, el comercio y la globalización bajo el liderazgo transatlántico— hoy enfrentan retos mayúsculos cuando, según el estudio, el centro de gravedad del poder mundial se desplaza rápidamente hacia el Pacífico.
“La supervivencia de estos pilares fundamentales depende en gran medida de su capacidad para adaptarse a un contexto caracterizado por una profunda y acelerada reconfiguración tanto geopolítica como geoeconómica. La emergencia de un mundo multipolar acompañado de un multilateralismo crecientemente debilitado exige ajustes significativos a los nuevos equilibrios de poder”, le explicó a este diario Daniel Zovatto, global Fellow del Wilson Center y uno de los autores del informe.
Desde la mirada de Zovatto, la realidad global se entremezcla con las divisiones internas entre países de América Latina, exacerbadas por tensiones personales entre los mandatarios, que ponen en evidencia la urgencia de un liderazgo en la región capaz de enfrentar las amenazas y aprovechar las oportunidades de esta nueva etapa, puesto que: “si el 2024 fue un año de sorpresas, el 2025 podría resultar aún más impredecible”.
Inseguridad sin tregua
Ante el creciente avance del crimen organizado y sus redes, la inseguridad se ubica en lo más alto de la lista de los riesgos para América Latina este año que con solo el 8 por ciento de la población mundial registra un tercio de los homicidios a nivel globalsegún un informe que el Fondo Monetario Internacional (FMI) emitió multas del año pasado sobre el vínculo entre criminalidad y crecimiento económico.
Un balance de homicidios realizados por InSight Crime, con los últimos datos consolidados disponibles, se estima que la región tiene una tasa promedio de 20 homicidios por cada 100.000 habitantesde los cuales el 50 por ciento está asociado al crimen organizadoen contraste con el 24 por ciento a nivel global (donde la tasa promedio es de 5,1 por cada 100.000 habitantes). Además, se debe tener en cuenta que en muchos países de América Latina faltan datos sobre homicidios o no son fiables, por lo que es probable que la cifra real sea mayor.
Según el informe del CEIUC esto se vincula a la debilidad de los Estados para hacer frente a los grupos criminales -como sucede en Haití y Ecuador– y cuyo principal motor económico es el narcotráfico, con niveles récord de producción de cocaína en Colombia, Perú y Boliviasegún la ONU. Los carteles de la droga, además, se aprovechan de los desplazamientos migratorios en la región para la trata de personas.
Corrupción estructural
A la inseguridad, le sigue como segundo gran riesgo en América Latina la corrupción estructural que, además, ha trascendido fronteras.
“Aunque algunos países intentan avanzar en transparencia y buen gobierno, la mayoría continúa atrapada en un ciclo de corrupción e inestabilidad”, destaca el informe al poner de relieve los casos de Venezuela, Nicaragua, Haití, Guatemala y Honduras donde se ha consolidado una desconfianza en el sistema democrático y una falta de legitimidad en los dirigentes e instituciones.
Nueva ola migratoria
En tercer lugar, se ubica la nueva ola migratoria y las deportaciones masivas, que escalaron dos posiciones en el ranking con respecto al año pasado. Este aumento se debe principalmente a la agudización de la crisis en Venezuela, Haití y Cuba, la situación en América Central y en algunos países de América del Sur, así como al anuncio del presidente Trump de implementar un plan de deportaciones a gran escala.
“Dos serán los hechos más relevantes el 2025: la profundización de la crisis venezolana, que podría significar una nueva ola de migrantes entre 3 y 5 millonessegún distintas estimaciones; y el anuncio del presidente Trump de implementar un plan masivo de deportaciones de inmigrantes irregulares del orden de 11 millones de personas hacia México y Centroamérica”, destaca el estudio.
Además, la pobreza extrema, el desempleo y la creciente desigualdad serán factores clave que impulsarán la migración en la región, sumados a la vulnerabilidad de América Latina a los efectos del cambio climático, que han provocado desastres naturales como huracanes, sequías e inundaciones, desplazando a millas de personas dentro de sus fronteras y hacia otros países.
Avance del autoritarismo
En el cuarto lugar del ranking se encuentra el detrimento de la democracia. La incapacidad de los gobiernos para responder de manera rápida y eficiente a las demandas de la ciudadanía ha debilitado la percepción del modelo, lo que a su vez se traduce en el ascenso de liderazgos con tendencias autoritarias o populistas que prometen soluciones inmediatas a problemas complejos como la migración, el crimen transnacional o la desigualdad.
Lo que preocupa es que el fenómeno no sólo refleja un desencanto con las instituciones democráticas, sino también un agotamiento de los modelos tradicionales de gobernabilidad.
“Para superar esta crisis, es indispensable impulsar reformas que fortalezcan la representación política, refuercen el Estado de derecho y, especialmente, mejoren la capacidad de los gobiernos para responder de manera efectiva a las demandas sociales, demostrando resultados concretos en términos de políticas públicas y gobernanza”, destaca Zovatto.
Un desafío mayúsculo si se tiene en cuenta que el 2025 será epicentro de elecciones presidenciales en Ecuador, Bolivia y Chile.y unas legislativas de medio período en Argentina, donde el principal riesgo radicará en la perpetuación de liderazgos fragmentados o ineficaces.
“A nivel regional, será crucial observar si la tendencia del voto castigo contra los oficialismos, que estuvo muy presente durante el período 2018-2023, se mantiene o se revierte. Asimismo, será interesante analizar cómo se reconfigura el mapa político regional: ¿persistirá el equilibrio entre gobiernos de centroizquierda e izquierda frente a aquellos de centroderecha y derecha, o veremos un desplazamiento más marcado hacia posiciones conservadoras?”, señala Zovatto.
Desinformación y polarización
La aparición de movimientos políticos cada vez más radicales y la creciente fragmentación de las sociedades en bloques ideológicos irreconciliables han generado una acelerada polarización que obstaculiza la implementación de políticas públicas eficaces y genera problemas de gobernabilidad. Este es el quinto desafío del ranking.
Con una nueva clase de liderazgo caracterizada por discursos confrontacionales, la ridiculización de los adversarios y una retórica incendiaria, el informe destaca que este tipo de líderes se han valido del auge de la desinformación para difundir contenido que refuerza sus puntos de vista.creando “burbujas informativas” en las que los individuos sólo tienen acceso a información que valida sus creencias preexistentes.
“Esto alimenta el odio, la desconfianza y la hostilidad entre distintos sectores de la sociedad, dificultando el diálogo y la cooperación”, apunta el CEIUC.
Factores geopolíticos
La parte inferior del ranking está dominada por factores geopolíticos. La persistencia inflacionaria ocupa el sexto lugar.
“Aunque desde mediados de 2024 los principales bancos centrales de economías avanzadas comenzaron a bajar las tasas de interés de política monetaria, las tensiones geopolíticas siguen imprimiendo volatilidad a los mercados globales, con un dólar que se fortalece, una situación fiscal en EE.UU. UU que aumenta las preocupaciones y eventuales menores rebajas de tasas a futuro”, destaca por su parte Jorge Sahd, director del CEIUC y coeditor de Riesgo Político.
En séptimo lugar se ubica el agravamiento del cambio climático. Según el Banco Mundial, para 2050, más de 140 millones de personas en la región podrían convertirse en migrantes climáticos, obligados a abandonar sus hogares en busca de refugio debido a la pérdida de sus medios de vida.
Las tensiones geopolíticas siguen imprimiendo volatilidad a los mercados globales, con un dólar que se fortalece, una situación fiscal en EE.UU. UU que aumenta las preocupaciones y eventuales menores rebajas de tasas a futuro
El auge del proteccionismo se ubica en la octava casilla. El informe de Riesgo Político advierte que la era de la liberalización económica está llegando a su fin y no solamente por la llegada de Donald Trump al poder.
“Desde el 2008, con la crisis subprime, el impulso político de la globalización viene en caída. De la globalización económica, el mundo avanza hacia una mayor fragmentación y desacople de la economía global por cuenta del mal uso de la política comercial, la transición energética y la competencia tecnológica de las potencias”, explica Zovatto.
En noveno lugar se encuentra la irrelevancia regional de América Latina a nivel global. Mientras otras regiones han logrado posicionarse como bloques negociadores robustos (ejemplo de ello es la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático – ASEAN), AAmérica Latina continúa dividiéndose sobre la base de las afinidades ideológicas de los gobiernos de turno. Este vacío de coordinación ha dejado a los países latinoamericanos sin una voz unificada en discusiones internacionales cruciales.
Finalmente, el índice de riesgo político se cierra con la escalada de conflictos bélicos debido a que la mayor fuente de incertidumbre de este año será la geopolítica.
“El cuadro actual muestra un orden internacional con menos muros de contención frente a los conflictos, sin liderazgos globales claros que contribuyen a encauzar las guerras y con un Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas paralizado”, destacan los investigadores al advertir que “el no el respeto del derecho internacional, un multilateralismo impotente y la escasa voluntad de las potencias de avanzar en reformas al sistema internacional están provocando que el orden basado en reglas dé paso a la ley del más fuerte”.
STEPHANY ECHAVARRÍA – EDITORA INTERNACIONAL – EL TIEMPO @stephechavarria